Un abrazo.
Puerto viejo de Donostia
Surca la mar la lancha bonitera
y, escondido el anzuelo en la panoja,
el acerado pez que a ella se arroja
víctima cae de su codicia fiera.
Mientras tanto el motil, en la caldera,
hierve el aceite so la brasa roja.
Unas cebollas de su piel despoja
y pica bien con prontitud ligera.
De un bonito la carne palpitante
corta en pequeños trozos, que sofríe
con buen tomate y pimiento picante,
luego con agua hirviente lo deslíe
y así lo deja a que en hervor constante
la blanca vianda a su sazón se alíe.
Y al llegar el instante
en el que cese la áspera faena
de patatas bien limpias y cortadas
la caldera se llena,
y cuando quedan blandas y guisadas
y sintiendo va su ánimo flaco
tras la labor penosa, el marinero,
a un aviso jovial del cocinero,
se apresta a devorar el marmitaco.
PEDRO EGUILLOR
Ja,..ja,..ja,.
ResponderEliminarEl Capitán ha muerto,... ¡Viva el Capitán!
Gracias por la dedicatoria, chavalote. Es bueno el poema ¿Verdad?.
Hombre Capitán!!! vaya.... Pues buen poema le han dedicado y buena foto le han puesto, pera mas ricas son las carraquelas.je.
ResponderEliminarBesitos y amor
je