martes, 29 de julio de 2008

Cartas

Como el que todos los meses hace limpieza a fondo de la cocina, u organiza en el cajón las facturas de la luz, no es raro que de vez en cuando sienta la necesidad de dirigirme hacia algún ser querido, y que con toda la alevosía posible alcance un sobre, un lápiz y un papel, y le escriba unas palabras sinceras. Ha de ser tan lindo recibir una carta de alguien especial diciendo “me gustas”, o “que feliz soy contigo” o “tu receta del pollo es impresionante”... Al menos a mí me gustaría recibir algo así, y esa es la intención con la que lo hago.
Lo que nadie sabe (tan solo yo) es el caos que puede desatar este simple acto, por inocente que parezca.
Aún recuerdo la primera carta que le escribí a Rosita. En un ademán de bondad y cariño, escribí en un papel “Rosita, te quiero mucho”. Con un poco de miedo y mucha ilusión, cerré el sobre, estampé un sello en su anverso y lo eché al buzón, imaginando la cara de Rosita al encontrarse con mi carta.
No pasaron ni dos días cuando mi carta cayó en sus manos. Con cara de estupefacción abrió cuidadosamente el sobre, leyó la frase, -que atravesó como un escalofrío su cuerpo de la cabeza a los piés-, y se quedó inmóvil. Una mezcla de incredulidad, miedo, y emoción se apoderó de ella. Obviamente no era la primera vez que alguien le decía algo así, pero aquella forma tan directa y concisa de hacerlo la dejó de una pieza. “¿Y que he hecho yo para merecer esto?” se preguntaba en un claro gesto de desconfianza e incomodidad; y de ahí pasaba a pensar “¡Qué lindo detalle!”, con su consecuente cara de satisfacción, o al instante decía“¡Que atrevimiento!”, cargada de rabia y malestar... Puede parecer extraño, pero aveces las palabras tiernas crean sentimientos enfrentados en quien las recibe.
Sorprendida por mi gesto y extrañada por sus reacciones, tomó papel y lápiz y escribió a su prima Juanita, contándole como pudo lo que había sucedido. También le escribió a su analista, tratando de contarle asustada las sensaciones que había experimentado y preguntándole que debía hacer...
No pasaron ni dos días cuando Juanita recibió la carta, la leyó y se echó a reir, alegrándose por el hecho y contestándole a su prima que no se preocupara, que aquello era un gesto lindo y que no tenía nada de malo. También la analista recibió la carta, la archivó entre otros tantos documentos que poseía de Rosita, y quitándole importancia al hecho, le respondió comentándole que viera aquello como algo positivo, como de hecho era... Mas no quedó ahí la cosa. La idea le pareció tan simple y tan agradable, que papel en mano, la analista decidió escribir otra carta, esta vez a un amigo de la infancia que tenía olvidado, agradeciéndole los buenos ratos que habían pasado juntos, y recordándole las risas que echaron juntos tirándole piedras a las palomas en los jardines de casa de su padre...
También Juanita, en un arrebato de nostalgia, tomó lapiz y papel, y escribió sendas cartas a sus hermanos que tanto hacía que no veía...
Y de esta forma, a cada carta no sólo le correspondía su respuesta, sino que, en el mayor de los casos propiciaba la escritura de otras semejantes, que a su vez tenían su respuesta, y a su vez desencadenaban otras tantas, y más respuestas, y más besos, y más “te extraño mucho” y más “vuelve pronto amiga”... con lo que en poco tiempo, y de forma exponencial, se desencadenó un ir y venir de cartas que surcaban el país de punta a punta. No tardaron en verse largas colas en las oficinas de correos, en los estancos, y en las papelerías, cuyos dueños recibían constantes cartas de sus parientes felicitándoles por la bonanza de sus negocios.
No era extraño bajar a la calle y ver gente por las esquinas chupando sellos, cerrando sobres, buscando un buen apoyo donde escribir el remite o eligiendo el rayo de sol más luminoso para poder leer claramente la carta que acababan de recibir. Embargados de emoción se acercaban unos a otros, y se enseñaban las cartas entre ellos como muestra de lo queridos que se sentían, lo cual propiciaba nuevas amistades, y nuevas cartas, y nuevas felicitaciones de cumpleaños, etc...
... y a cada ruido de sobre rasgado, siempre le seguía un suspiro; siempre le seguía una nueva sonrisa.

viernes, 25 de julio de 2008

Andando de puntillas...


Tal vez estos versos que tanto me animan a mí cuando los leo le vengan bien a alguien más que esté pasando unos días tontorrones...


Ánimo, alegría y abrazos infinitos.

Tres personajes felices en Bruselas



De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega
como un atlas,
nos pasea por las calles
en volandas,
y nos sentimos en buenas manos.


Se hace de nuestra medida,
toma nuestro paso,
y saca un conejo de la vieja chistera;
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela.


De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita
que da gusto verla.


Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.


De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.


De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza.



De vez en cuando la vida
(Joan Manuel Serrat)

miércoles, 23 de julio de 2008

Hasta el fin de los días

En esta mañana medio tontorrona ha salido a la luz algo que tenía en el tintero hace años. Como las cosas buenas, pasan cuando tienen que pasar... tan solo es necesario esperar a su momento preciso...

Dedicado a la niña del mediterráneo por darme ese empujoncito de inspiración y de luz.


Campos de paja junto a cap Ses Salines (Mallorca)
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Una mañana de calma en un día de verano. Una suave luz lo inunda todo.
Carreteras desoladas, pinares olorosos de resinas, piñas y lentiscos.
Montes de genistas, tierras arcillosas, cañaverales y lindes empedradas.
Campos dorados de paja y trigo que esperan pacientes la mano del labriego con su hoz implacable.
Observo, respiro, me envuelvo del aire que me rodea, pesado y cálido, cargado de recuerdos y sensaciones de una niñez que tal vez tuve o quise tener.
Al cabo del camino, el faro, que erguido al cielo nos habla del paso de los años, de las naves, la tramuntana y de su soledad.
Las rocas a su pié con sus formas azarosas, el agua salada y fría que las desgasta y la forma primitiva que tiene de envolverme con su claridad y su vida.



El último reducto de la vida: un camino de asfalto desgastado, un faro, un pinar, un campo en barbecho y una playa en calma. Este es mi sitio, aquí he llegado y aquí he de quedarme a descansar hasta el fin de los días.

lunes, 21 de julio de 2008

Da vergüenza decirlo

Con el paso de los años, e imagino que debido a las malas experiencias, noto que somos cada vez más reticentes a mostrarnos tal y como somos, a hacer un hueco a los demás en nuestras vidas y a mostrar los sentimientos.

Entonces se despliega un abanico de tácticas de autodefensa, a modo de coraza, una constante medida de los sentimientos y de la forma en que los exteriorizamos, un cálculo matemático de las llamadas, los contactos, las citas, un no querer mostrarse tal y como uno es por miedo a no sabemos muy bien qué.

Imagino que nuestra mente y la naturaleza son sabias, y al final, toda esta parafernalia innata a modo de contraofensiva tendrá un buen fin, aunque lo cierto es que hace el día a día bastante incómodo, y siembra constantes dudas del tipo "¿que sentirá...?" en las personas que nos rodean.
En mi caso particular, frente a frente con alguien así, me siento bastante incómodo, ya que el gesto de la otra persona siempre es un buen indicativo de si estamos haciendo las cosas bien o no, y esa falta de expresividad despierta mi empatía hacia ella, me hace preguntarme constantemente acerca de sus sentimientos, lo cual me cansa y me desgasta rápidamente el ánimo...

Tal vez sea mejor caminar desprovistos de máscaras, mostrarnos como somos, y emplear el esfuerzo en tenerlo todo ordenadito por si acaso algún día tenemos que recomponer los pedazos...

El siguiente poemita de Luis garcía Montero creo que plasma a la perfección este sentimiento, y la forma en la que nos corroe casi más que nos protege, esa "derrota cómoda sin heridas mortales".

Da vergüenza decirlo

Con los ojos vendados
para que no pudieses recordar el camino,
intenté conducirte al refugio sereno donde guardé mi vida.
Da vergüenza decirlo,
pero a veces los años construyen una casa de medios sentimientos,
de verdades medianas, de pasiones dormidas como animales viejos,
de cenizas y sueños humillados.
Y el cuerpo se acostumbra, y las sombras apoyan su cabeza
en un pecho de sombra, y el corazón se siente en paz o se doblega
a una derrota cómoda sin heridas mortales.
Da vergüenza decirlo.
Con los ojos vendados para que no pudieses recordar el camino,
intenté conducirte a mi mundo sereno de verdades a medias.
No me ha sido posible.
Esta noche insegura, que mueve los relojes
con la prisa de tu pulso más vivo,
me envuelve y me repite:
no te ha sido posible.
Esta noche de viento, que fué soltando amarras
hasta quedarse tuya como un delirio de melena negra,
me llama y me confirma: no te ha sido posible.
Esta noche de gente que pasa por las calles con tus ojos,
con la forma que tienes de vestirte, con tu sonrisa de país lejano,
esta noche me empuja y me convence: no te ha sido posible.
Y aquí estoy yo, que voy soltando amarras hasta quedarme tuyo
y camino hacia el mar con los ojos cerrados,
como una barca deja su refugio,
una barca feliz que se repite: no me ha sido posible,
porque nada me importa, sólo tu piel, la piel de una tormenta.
Da vergüenza decirlo.
Luis García Montero
(Completamente viernes)

viernes, 18 de julio de 2008

¡A toda vela!

Regata Breitling 2007
(Pincha y guarda para ver a tamaño real)


Mañana sábado es la regata de Romerijo, una de las regatas más famosas del verano aquí en puerto sherry. Hace casi un mes que no navego, vamos a ver como nos sale... lo bueno es que Romerijo es una empresa dedicada a la venta de marisco, y a la vuelta (con hambre y sed a espuertas) supongo que nos pondremos de gambas y vino fino hasta las trancas... Ains... Cuánto me gusta el mar, jajajajaj



Os dejo una foto preciosa que acabo de encontrar. ¿A que parece que van a chocar? Pues no!!! Y no, no soy yo navegando, más quisiera...


Abrazos para todos desde alta mar...

miércoles, 16 de julio de 2008

Desde tu puerta a la mía...

Hoy es uno de esos días tontos en que a uno le dá por imaginar a que puerta conduce la vereda de juncos y palmeras... Una mezcla de nostalgia, alegría, esperanza y curiosidad.
Sigamos soñando...


...

Tendrían que poner
de tu puerta hasta la mía
una vereda de juncos
y de palmeras
y una choza de bambú junto a la playa
pa' que te sientas en casa
y no te vayas.


¿Qué rumbo caprichoso tiene el amor?
¿Qué sabe nadie,
si cambia tu corazón
como cambia el aire?
Mira si te diera a ti una levantera
y, sin pensarlo dos veces,
tú me quisieras...

Por un poquito de tu amor,
me voy contigo a Mombasa:
yo desamarro una noche
el Vapor del Puerto,
de oloroso y fino lleno la bodega
y no quiero más que tus ojos
y las estrellas.

La reina de África (Fragmento)
Javier Ruibal

miércoles, 9 de julio de 2008

Encuentros



No importa lo mucho que me esconda. Da igual que lleve gabardina, que vaya oculto bajo mi paraguas, disfrazado de astronauta o camine bajo la fronda que ofrecen los árboles en primavera. Cada tarde, a la hora en que cruzo por tu calle, allí estás tú, observándome tras la ventana.


Puedo imaginar perfectamente cada uno de tus movimientos cuando ves que llega la hora en que mi ómnibus me acerca a tan esperado encuentro. Te imagino apresurada, soltando tus madejas de punto, dejando la novela sobre la mesa o desatendiendo cualquiera que fuera la tarea que tuvieras entre manos. De un vuelo cruzas el hall, el pasillo, el living, hasta dar con el balcón, donde asomas tu cara tras el cristal y tus ojos me buscan de nuevo entre la gente.
Ahí estás -pienso-, donde te dejé ayer, con la cara encendida y la boca entreabierta como queriendo decir quién sabe qué pensamientos.


A veces pienso en qué será lo que ves en mí, que desata toda esa fulgurante carrera, ya que los dos sabemos -muy a nuestro pesar- que la recompensa, a ojos de cualquiera puede parecer escasa. Lleno de impotencia a veces te devuelvo la mirada, a veces te sonrío tímidamente, o a veces simplemente llevo la cabeza tan llena de pensamientos que se me olvida que estás ahí, o por despiste me bajo en la siguiente parada, dos cuadras más abajo, resultando tu búsqueda infructuosa.


Pero qué importa –pensaba yo- que una eternidad nos separe, que esa frontera infranqueable que nos hace vivir a ti en Venus y a mí en Marte haga que nunca podamos intercambiar más que un gesto o una caricia en el aire o en el cristal.


Aprendía yo en aquel momento a reconocer el sentimiento puro, ese que hace que reserves ese minuto de tu tiempo para mí, por mi mera presencia, porque bien sabes que la recompensa es escasa, o tal vez ninguna. Y mañana, pasado, y el otro, dejarás tu jersey a medio hacer, tu último bocado en la mesa o tu novela abierta por la última página, para acudir a nuestra cita.


Y mientras yo aquí, susurrándote en marciano -absurda tarea- que con ello haces que me sienta tan grande que de puntillas alcanzaría tu ventana, besaría tu frente y te colmaría por siempre de bendiciones.




sábado, 5 de julio de 2008

Felicidad

Bajamar
(Pincha y guarda para ver a tamaño real)




"Aunque pueda parecer soberbio, hay un estadío más allá de la felicidad: la paz.


He encontrado el amor, pero el amor no entendido como amor hacia una sola persona, sino lo que Nietzsche llamaba el amor perfecto, el amor al destino, al destino que lo incluye todo. El destino me convoca hoy contigo, mañana con Laura y pasado dios sabe con quién...

Yo les digo a la gente: ¡cuidado!, nadie sabe cuándo dios nos dice "se acabó todo"; ama ahora, vive ahora, libérate ahora, al demonio ahora con todo lo que no te agrada... "


Facundo Cabral