martes, 24 de febrero de 2009

El regreso

En este regreso fulgurante a casa la emoción se desata, se viven experiencias inolvidables y uno vuelve a confiar en el azar y en al vida.

Me alegra mucho haber escrito estos versitos que os regalo a continuación. Tenían que salir, y hoy han decidido ver la luz.

Besos para todos.




Una lágrima es un retrato,
un sítoma inequívoco de vida
de esa vida que llevas en las venas
y que mana de tus ojos como efluvio
necesario e impúdico.

Una lágrima derramas,
y mis manos en tu cara
se interponen atrozmente en su curso,
se esparce en tus mejillas como rocío invernal,
un rocío cálido y salobre que baja por tus labios,
tus labios dulces, como el río que desciende enbravecido
hasta su inevitable encuentro con el mar.

Una lágrima derramas,
porque tú no eres la persona que pasa por la vida
atendiendo a tarifas, a horarios, a cafés de media tarde ni a las reuniones familiares
de obligado cumplimento.

Cierto tipo de personas tienen el corazón en los ojos,
el alma en las manos, y sienten la vida como un ir y venir de bellezas y asombros; sus ojos ven más allá, más allá que los del resto. Unos ojos que se entrecruzan, y en un solo instante se bastan para entenderse y reconocerse.

Cierto tipo de personas pasan por la vida necesitándose,
porque sus vidas no tienen sentido si no se ven reflejadas
en otros ojos como los suyos, que lloran en un mismo silencio de bandoneón; si su piel no se vé acariciada por la misma brisa, si su cuerpo no se siente estremecido por un mismo tango.

Ciertos ojos como los nuestros se necesitan para poder existir,
porque no se reconocen a sí mismos sino en el reflejo que en los otros se genera, en la piel que se acaricia o en las palabras que se dicen o se callan.

Una lágrima derramas por mi culpa. De nostalgia, de cariño, de alegría... Una lágrima derramas para que me vea reflejado en ella,
como un breve reencuentro, esencia del amor y de la vida.

lunes, 16 de febrero de 2009

Cuadrilla de golfos

He leído esto esta mañana... según parece lo ha escrito Arturo Pérez-Reverte hace poco en un diario. Me ha encantado, pese a que odio la política, y por eso lo comparto en el refugio.

Un saludo a todos.





Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros.

Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera.

No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía.

De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.

Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Ed ucación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos»
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.
Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio.

Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.

jueves, 12 de febrero de 2009

El lenguaje del amor....

En estos tiempos de reflexión... haciendo memoria en el refugio, me encuentro cosas que casi había olvidado, y no quisiera que cayeran en el olvido, ya que sentaron las bases de este refugio....


Hay muchos tipos de lenguaje. El lenguaje de signos, el Morse, el lenguaje de las banderas, o el antiguo lenguaje en que las damas meneaban el abanico frente a sus pretendientes, por no hablar de los infinitos lenguajes propios de cada especie animal que puebla el planeta, porque, si bien no somos capaces de descifrarlo, debe ser cierto que se comunican de algún modo, ya que según parece se entienden bien entre ellos.

Ya por último tenemos el lenguaje del amor. Ese lenguaje subversivo entre dos personas que se quieren, y que mucha gente, pese a lo avanzado de su edad, aún desconoce.

El lenguaje del amor es peculiar, pues es una mezcla de palabras dichas y no dichas, de gestos y de ausencias. Bien es verdad que está muy desvirtuado, y que no es fácil aprender a utilizarlo bien en estos días en que las grandes multinacionales del amor nos bombardean con sus “Je t´aime”, sus “I´ll love you forever”, sus predecibles melodías almibaradas y sus tiernos ositos de peluche portando cajitas de bombones en forma de corazón, todas ellas expresiones que la Real academia del lenguaje amoroso desestimó hace mucho tiempo por su falta de sustancia y aspecto hortera.
La Real Academia antes citada, no entiende el amor como una dedicación exclusiva hacia la otra persona, -tal y como nos lo quieren vender desde fuera- sino más bien como el amor hacia uno mismo, hacia la vida. El amor y su lenguaje no comprenden las vanas promesas ni los grandes gestos, más bien persigue la tranquilidad, el sosiego, el bienestar diario, la alegría de sentirse en buena compañía, sentirse halagado o protegido cuando realmente lo necesitamos.

Es por eso que el amor tiene formas curiosas de expresión (ininteligibles para los menos eruditos en la materia): puede presentarse en forma de pimiento relleno en el almuerzo del sábado, en forma de billete de tren, en forma de caricia, de abrazo o en forma de galleta de chocolate.
Como es cosa normal, tiene sus expresiones favoritas: ese último bocado de tu sándwich, la flor que arrancas del seto de tu vecino en tu paseo vespertino, o el olor del café recién hecho que nos despierta en la mañana del domingo, alegrándonos el comienzo de este día tan propicio al tedio.

El lenguaje del que ama es tan solo un finísimo hilo que nos transporta de un día a otro sin saber cómo, pero plácidamente; es la gota justa que engrasa el intrincado mecanismo de nuestros quehaceres, el vaso de vino que compartimos mientras me ves cocinar, o la mano que tendió la manta que aparece recubriéndote cuando te despiertas de la siesta en el sofá.

Desestimemos el romanticismo en grandes dosis: las grandes proezas, las expresiones románticas “de importación”, los 14 de Febrero y por supuesto el materialismo. Desenfundémonos del disfraz de sanguijuela rosácea, de lapa “corazón-forme” aferrada a nuestro cuello, de yugo cubierto de oro y diamantes, y aprendamos a sentir, a conversar, a compartir, a vivir.

viernes, 6 de febrero de 2009

Saludos

Buenas noches a todos los habitantes del refugio.

Ando un pelin ansioso estos días, no me siento a escribir y casi ni a leer... estos tiempos de cambio me tienen descentrado. Prometo volver al refugio como hasta ahora, con más escritos, más viajes y más aventuras....

Un abrazo a todos