sábado, 28 de marzo de 2009

Catedral de Montauban. Marzo de 2009


"...Despreocupada cuentas
-y en el local tu voz es como el sable que hiere al enemigo-
una historia de cama con detalles expertos,
una manera de sentir la vida que penetra y disuelve la luz de iglesia,
la humillación del frío en las rodillas,
los cajones cerrados y las fotos de boda..."
L. García Montero

martes, 24 de marzo de 2009

De vez en cuando la vida...

De vez en cuando la vida pone a tu lado a una persona que te hace sentirte especial. Con todo mi cariño le dedico esta preciosa canción a mi vecina favorita, como pequeño agradecimiento a tantos buenos momentos. Ha sido la banda sonora de nuestro último (y primer) viaje, y quiero
dedicársela.









De vez en cuando la vida nos besa en la boca
y a colores se despliega como un atlas,
nos pasea por las calles en volandas,
y nos sentimos en buenas manos;

se hace de nuestra medida, toma nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela.

De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita queda gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.


De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.

De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.

De vez en cuando la vida
nos gasta una broma
y nos despertamos
sin saber qué pasa,
chupando un palo sentados
sobre una calabaza.



De vez en cuando la vida

J. Manuel Serrat





Un abrazo a todos. Sean felices.

martes, 10 de marzo de 2009

Llega la primavera



Con una débil esperanza por bandera,
y desnudo al pie de un camino extraño,
empecé a andar, lento viajero,
recogiendo en un atillo los frutos y las palabras que se me ofrecían.


Como frutos rojos de primavera
me fueron alimentando paso a paso,
disfruté de ellos sin mesura en los tiempos estivales
e hice el acopio necesario para sobrellevar cada uno de los inviernos.


Con la quietud del coleccionista que mima y ordena sellos,
monedas o mariposas, fui llenando ese vacío día a día:
una brisa de mar, una flor, una copa de vino, una cancion, un libro, un paseo,
muelles solitarios, playas vírgenes, soles de otoño;
también pieles, ojos, dedos, sonrisas, sentimientos, amaneceres y frases de amor,
algunas dichas, otras adivinadas en una sonrisa o en un gesto.

Con todas ellas fuí llenando tu recuerdo,
y el vacío que dejaste con tu marcha, acaso temprana.
Rellenando bien cada resquicio, apisonando fuertemente cada capa, una tras otra,
forjé los cimientos sólidos de mi vida, cielo y techumbre de la tuya,
sin claraboyas, para que no alumbrara tu casa ni el menor rayo de mi claridad.

Tras construir la base seguí viviendo; y más brisas, más mares,
más puertos, más atardeceres... y más pilares, y férreos muros,
y gruesas ventanas de cristal colado, y rejas de hierro dulce forjadas a golpe de fragua
y templadas al calor que nunca antes tuve.

No pueden los vientos con mi casa, con mi refugio verde esperanza,
ni los terremotos que crean tus pasos, casi nunca firmes,
siempre inseguros, por más que la zozobren.

Desesperada soplas, una vez más, contra toda esperanza,
con fuerza, con un último resuello inútil;
Exhausta, vacía ya del aire espeso que llena tu alma,
te rindes ya por siempre, y en un último gesto,
tu sombra se pierde entre los jazmines del patio,
que perfuman en esta nueva primavera, como cada año,
los resquicios de mi casa y de mi vida.


viernes, 6 de marzo de 2009

Junto al mar

Pese a al lejanía, la pereza indomable que me da responder a los correos y mi mala cabeza, hoy voy a dedicar estas líneas a mi amigo Curro, viajero por excelencia, cuidadano del mundo, pero que siempre tiene un huequito para sentarse en mi refugio y comerse unas castañas, expectante.



Para tí, amigo, el texto y la foto. Con un abrazo sin mariconeo, que nos conocemos. Gracias por hacerme levantar la vista en algunos momentos.






Mi sangre mediterránea tira al mar, no hay duda .
A los mares gélidos y embravecidos del norte, por supuesto,
esos que acunan férreos veleros de velas rizadas y agrestes líneas.

Mas se siente cómoda y feliz entre climas cálidos,
de tierras en barbecho y olivos que emprenden lentos
su camino hacia los bordes del mar,
como queriendo ser alga o musgo, y vivir en sus aguas transparentes y antiguas.


¿Te acordás del tiempo en que vivimos junto al mar?


La vida era sencilla allí; nos bastaba con cerrar los ojos
para oir el rumor de los pinos en las mañanas soleadas,
o con sentarnos en algún claro para contemplar el reflejo de la luna
y los astros en la quietud del mar.


El futuro, como un sueño incierto,
se escribía cada mañana
haciendo surcos en la arena con trazos informes y rápidos;
arena seca, mapa y reflejo de tantos sueños y destinos
que se borran con el abrazo de la primera marea,
pero persisten para siempre en nuestra memoria y nuestra piel.



Un saludo y felicidad para todos

lunes, 2 de marzo de 2009

No cesan



No cesan. No cesan de sorprenderse estos ojos de ver el transcurrir de la vida. No se cansan de ver la alegría en los gestos, fruto de las casualidades más grandes o las esperanzas más desoladas.

Hubo un tiempo en que me dejé morir. Hubo otro tiempo, el mayor de ellos, en que estuve vivo sin saber por qué. La muerte era maliciosa por naturaleza, por algún motivo había que rechazarla y seguir vivo, aunque no se supiera muy bien por qué.

De un tiempo a esta parte me ronda un pensamiento en la cabeza, que por momentos se me escapa pero vuelve cada vez más afianzado. Ya sé por qué no quiero morir. Ahora la vida tiene sentido.

Hace ya un tiempo levanté la cabeza y miré al frente, a esa dirección inconsistente y oscura que nos produce vértigo y nos ciega: un viaje, un billete de tren, una ciudad por explorar, unas playas vírgenes que andar, nuevos amores que sentir, el tacto de tu piel en la punta de mis dedos, unos nuevos ojos que adorar en la penumbra de las tardes…

Ahora sé que la vida tiene sentido, siempre lo tuvo, solo que ahora se muestra más fuerte que nunca; años de trabajo se interpusieron de por medio.

Yo, puede que el más cobarde de todos, probablemente el que cuando la nostalgia o la pesadumbre le embargan debería releer una y otra vez las cosas que escribe en noches como hoy, quiere tener la frivolidad de darles una brizna de su ánimo a los amigos de su refugio, y dedicarles este precioso poema de Ángel González.


Sean felices.



La lágrima fue dicha...
Olvidemos el llanto y empecemos de nuevo, con paciencia, observando a las cosas hasta hallar la menuda diferencia que las separa de su entidad de ayer y que define el transcurso del tiempo y su eficacia.


¿A qué llorar por el caído fruto, por el fracaso de ese deseo hondo, compacto como un grano de simiente?


No es bueno repetir lo que está dicho. Después de haber hablado, de haber vertido lágrimas, silencio y sonreíd: Nada es lo mismo.


Habrá palabras nuevas para la nueva historia y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.



Nada es lo mismo

Ángel González