En esta mañana medio tontorrona ha salido a la luz algo que tenía en el tintero hace años. Como las cosas buenas, pasan cuando tienen que pasar... tan solo es necesario esperar a su momento preciso...
Dedicado a la niña del mediterráneo por darme ese empujoncito de inspiración y de luz.
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Una mañana de calma en un día de verano. Una suave luz lo inunda todo.
Carreteras desoladas, pinares olorosos de resinas, piñas y lentiscos.
Montes de genistas, tierras arcillosas, cañaverales y lindes empedradas.
Campos dorados de paja y trigo que esperan pacientes la mano del labriego con su hoz implacable.
Observo, respiro, me envuelvo del aire que me rodea, pesado y cálido, cargado de recuerdos y sensaciones de una niñez que tal vez tuve o quise tener.
Al cabo del camino, el faro, que erguido al cielo nos habla del paso de los años, de las naves, la tramuntana y de su soledad.
Las rocas a su pié con sus formas azarosas, el agua salada y fría que las desgasta y la forma primitiva que tiene de envolverme con su claridad y su vida.
El último reducto de la vida: un camino de asfalto desgastado, un faro, un pinar, un campo en barbecho y una playa en calma. Este es mi sitio, aquí he llegado y aquí he de quedarme a descansar hasta el fin de los días.
Precioso bichejo!
ResponderEliminarTienes un lenguaje tan rico...
te dejo palabras saltarinas en mi blog...;)
Besos tardios
Martes
Es precioso. Veo que Martes anda mu saltarina, como sus palabras, je. Un beso verde a ambos y en espera de que estéis pasando un verano cojonudo. Besos grandes!
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