Los años no la recompensaron mas que con una soledad pesada sobre los hombros. Tan solo unas viejas fotos que cuelgan y amarillean en la balconada le hablan de tiempos pasados, impasibles retratos de su historia que la recorren como un escalofrío amarillento y cuarteado. Quién sabe que nostalgias le arrebatan cada mañana entre olor a puchero y jabón, cuando, al sol, sale a hablar con las gaviotas que se posan en su alféizar a descansar y a escucharla.
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Quizás para ella eso es su recompensa... entender el idioma de las gaviotas, que mas grandeza que esa??
ResponderEliminarbesos y amor
je
Hace tiempo que no entraba por aquí, ando un poco liado, y me ha sorprendido gratamente tu productividad de estos últimos días.
ResponderEliminarY esta última entrada me ha despertado agradables sensaciones, tanto la foto como el texto.
De donde es esta buena señora?
Un abrazo y hablamos.
Skike
Pues de algún pueblo precioso llamado Llanes, a orillas del cantábrico..
ResponderEliminarMe alegro verte de nuevo por aqui....
Un abrazo
Pablo
Me parece una de las mejores fotos que he visto en la vida, amigo...sin dudarlo
ResponderEliminarAmiga arandanilla, que alegría verte!!! Muchas gracias por tus elogios, muy importantes para mi y para mi casa verde... que es la tuya...
ResponderEliminarMil besos andaluces, espero que sigas bien
Pablo