lunes, 29 de junio de 2009

Estío

El estío llega con su fuerza viva. Cae la noche, y es preciso tenderse en la cama, cerrar los ojos, levantar el rostro y tender las manos para que, abandonados, el amor entre por la punta de los dedos como brisa nocturna, recorriendo los brazos, llegando hasta el corazón con un escalofrío inquietante y placentero, un olor antiguo y dulce.

Siempre fiel, unica, desgarradora, con el corazón entre los dientes como una rosa, como un cuchillo, siempre lápiz en mano marcándome con trazos sencillos el camino del amor verdadero. Inefable sensación la de abrir este libro y recibir semejante bienvenida... Es por eso que siempre va conmigo, no me canso de leer estos versos una y otra vez, son el alimento justo de la esperanza -que no cesa-, y de ese amor que sólo ella puede describir, y con el que tan solo algunos podemos soñar en noches como la de hoy.



En el enrevesado espeso matorral de mis floraciones
has laborado embriagado de almizcles.
No hay almácigo desperdiciado en este amor
donde a diario te desafío
a que encuentres el brote más reciente.
Nunca dije que sería un jardín de senderos bien
delineados.
Me constituí como un jardín tropical y húmedo
con especies imposibles de clasificar
pues siempre quise poner a prueba tus intenciones de
jardinero
domador de plantas y exterminador de plagas.
Te he asaltado por los cuatro costados con enredaderas
tumultuosas
Y hueledenoches de belleza mortífera
Y he abierto hojas como alas de sueños selváticos en los
árboles plácidos
que sembraste alrededor de la casa.
En tu alcoba de macho cabrío introduje violetas africanas
y rodeé de jazmines indios los bordes de tus infranqueables
ventanas
- esas que ahora el perfume traspasa con ruido de vidrios
rotos-
¡Qué bien has soportado, mi amante, amadísimo, cuanta
prueba te puse!
Dócil jamás, crezco ahora sin embargo sobre el techo de la casa
Y abrazo esta dulce, fogosa extensión que habitamos
La defiendo con cercos de espinas
Instalo surtidores
Para que no la marchite
Ni la más cruel de las estaciones.


Permanencia en los jardines
Gioconda Belli


Sean felices.

domingo, 28 de junio de 2009

El momento propicio

Sé de buena tinta que estos versos serán del agrado del Capitán Escarlata, y doy por seguro que también lo serían de otro personajillo de su mismo linaje, si es que alguna vez entrara por estos lares, cosa a su vez imposible. Ahora que la cercanía del mar me trae bellos recuerdos marineros, os dedico estos versos con un puñadito de cepina "por lo alto".


Espero solamente el momento propicio para ir al Mar.

O sea para mirarlo desde el centro y verlo en la
vida y en la muerte, ambulando sin razón y sin apresuramiento.

Creo que no quiere mirarme a los ojos, y no sé a dónde irá con sus espumas y sus peces multiformes.

Las islas han concluido su charla con las gaviotas alegres.
Desde allí se ve a lo lejos la ciudad, la sangre derramada, los abismos, los precipicios y los puentes desgastados.

El mar, solitario, prosigue su calma hasta llegar a la
curva cansada de mis ojos.

El mar,
el mismo desde niño,
testigo de la sal de los hombres,
es el mundo esperando el final de los silencios.


El momento propicio
Miguel Ángel Zapata

Abrazos viajeros a todos.

domingo, 21 de junio de 2009

Bienvenida



Bien lo sabes.

Si hubiera tenido alas te las hubiera prestado para que dieras un vuelo y miraras el horizonte y el mundo desde arriba, desde fuera.
Si no me hubieras atado de manos contra el árbol de la paciencia, bien te hubiera zamarreado de adelante atrás, de arriba abajo, incluso volteándote cogiéndote de los pies, para que cayera de tus bolsillos la carga que tanto te pesaba…

Ya ha pasado mucho tiempo, mucho tiempo has privado al resto del mundo de tu gesto joven, de tu exuberante alegría, del destello dorado de tu baile frenético y racial, para mostrar no mas que una sombra, un anhelo constante, un yugo sobre los hombros, un gesto acre, amargo, una nostalgia ingrata y hosca.

Termina la primavera y empieza el verano… y se encienden fuegos fatuos en tu honor, se desata la danza alocada de la vida, esa que ahora tienes por delante: un mundo entero frente a tus ojos, mil caminos que seguir, mil pasiones que reír o llorar.

Ten la rienda firme en tu mano izquierda; la derecha bien abierta, los ojos avizores, y coge todo cuanto desees, y deja lo que no gustes.

Bienvenida seas, viajera, al camino verde de tu nueva vida.