"Empecemos diciéndonos para nuestro fuero interno, y convenciéndonos bien, que no tenemos nada que hacer en este mundo, sino procurarnos sensaciones y sentimientos agradables. Los moralistas que dicen a los hombres: reprimir vuestras pasiones y domeñad vuestros deseos si queréis ser felices, no conocen el camino de la felicidad. Sólo somos felices gracias a las inclinaciones y las pasiones satisfechas; digo inclinaciones porque no siempre somos lo bastante felices como para tener pasiones, y a falta de pasiones, bien está contentarse con las inclinaciones. Pasiones tendríamos que pedirle a Dios si nos atreviéramos a pedirle alguna cosa…
Pero, se me dirá, ¿acaso las pasiones no hacen más desgraciados que felices? No tengo la balanza necesaria para pesar en general el bien y el mal que han causado a los hombres, pero no hay que olvidar que los desgraciados son conocidos porque tienen necesidad de los demás, que se complacen en relatar sus desgracias y buscan en ello remedio y alivio. Las personas felices no buscan nada y no van a contar a los otros su felicidad; los desgraciados son interesantes, las personas felices son ignoradas".
Pero, se me dirá, ¿acaso las pasiones no hacen más desgraciados que felices? No tengo la balanza necesaria para pesar en general el bien y el mal que han causado a los hombres, pero no hay que olvidar que los desgraciados son conocidos porque tienen necesidad de los demás, que se complacen en relatar sus desgracias y buscan en ello remedio y alivio. Las personas felices no buscan nada y no van a contar a los otros su felicidad; los desgraciados son interesantes, las personas felices son ignoradas".
Discurso sobre la felicidad (Fragmento)
Madame de Chatêlet