lunes, 30 de junio de 2008

Si no me amas

Últimamente me rondan la cabeza estos versos de Alejandro Jodorowsky, que aunque es un tipo algo loco, no creo que esté falto de razon en muchas de las cosas que dice.
Que poco importa aveces que la otra persona nos ame o no, si podemos disfrutar de su presencia y de sus encantos... La última alternativa del amor aveces nos provoca una felicidad insospechada...



Si no me amas, te mataré;
si no me amas, haré que me ames;
si no me amas, esperaré que me ames;
si no me amas, yo te amaré.




Alejandro Jodorowsky

jueves, 26 de junio de 2008

Impertinencias

La de ayer fue una tarde de esas en las que todo parece aliarse para que salga perfecta.
Rebuscando por Cádiz algo nuevo que leer, me encuentro por sorpresa ante una variadísima colección de libros a cuál más tentador : Gioconda Belli, Ángel González, Borges, Luis García Montero, M. Benedetti... un poco a ciegas elegí uno al azar, aunque no demasiado convencido, ya que ni la encuadernación ni el título me llamaban mucho la atención, "Completamente viernes", poemas de de Luis García Montero. Me senté a tomar un café miestras lo ojeaba, y me quedé realmente sorprendido. Cuando levanté la vista iba por la mitad y no me había dado ni cuenta. Ni que decir tiene que es uno de los mejores libros que han pasado por mis manos últimamente, lo recomiendo fervientemente. Como muestra un botón...


IMPERTINENCIAS

En la mesa de al lado, un jardín de señoras en domingo
abonadas al orden del murmullo y del té con limón,
en un café de invierno por la tarde.
Se quejan de los tiempos, beben, fuman,
discuten sus secretos, asienten con sonrisas...

Y de pronto se paran a mirarte.

Despreocupada cuentas -y en el local tu voz
es como el sable que hiere al enemigo-
una historia de cama con detalles expertos,
una manera de sentir la vida
que penetra y disuelve la luz de iglesia,
la humillación del frío en las rodillas,
los cajones cerrados y las fotos de boda.

Cierto tipo de gente sufre de los inviernos en los ojos,
conoce las heladas que pasan por debajo de una puerta,
una puerta de alcoba, allí donde la noche siempre tiene
olor de espera inútil, y después de la espera
se aceptan las mentiras, y después el silencio.

Nada dejan los años en la mesa de al lado,
sino un murmullo que envejece y una sombra
que cruza por los labios como una cicatriz,
un rencor en la piel de la conciencia.

Tu voz es alta y joven, va vestida de fiesta
y cuando se desnuda hace que el sol de invierno,
conmovido, se detenga un instante para apoyar la frente
sobre los ventanales del café.


Luis García Montero
(Completamente viernes)

viernes, 20 de junio de 2008

Haciendo memoria

Haciendo memoria te cuento
que ayer arribé a cien puertos,
surqué los 7 mares,
visité mil países lejanos y rebasé todas las fronteras.

Ayer dormí junto al mar bajo el cielo estrellado,
pasé frías noches de invierno al arrullo de las olas,
prendí hogueras blancas ante relucientes rostros
y me abrigué al calor que desprendía la arena tibia.

Ayer fotografié la belleza, los rincones de la ciudad más insospechada,
los gestos de las mujeres más hermosas o las puestas de sol más evocadoras.

Ayer me postré en la playa, arranqué flores y las prendí de tu pelo a la luz del faro que alumbraba en la distancia. Ayer me perdí en los bosques, en las carreteras, dormí en camas extrañas al abrigo del silencio de la noche y leí dios sabe qué historias a la luz de amarillos faroles en plazas de pueblos lejanos.

Ayer conocí a mil gentes extrañas, supe del sabor de mil labios ardientes y hablé sin reparo en cien lenguas extrañas.

Ayer sentí el miedo, el placer y la calma. La euforia, la alegría, el desengaño...
Ayer morí pero renací al instante.

Hoy me veo, lento viajero, hacedor de planes que se proponen prestos o igualmente se deshacen como copos de nieve blanda sobre la tierra, pero que son el alimento del día a día.

Hoy como ayer me acuesto al arrullo de antiguas melodías,
me arropo, me esparzo, me evado.
Hoy me acuesto sin prisa, pero ansioso.
Hoy me acuesto ilusionado, feliz, esperanzado:
quién sabe qué felices desventuras me traerá el día de mañana...

jueves, 19 de junio de 2008

Instinto básico

En una película documental y yugoslava se ve cómo el instinto del pulpo hembra entra en juego para proteger por todos los medios a sus huevos, y entre otras medidas de defensa organiza su propio camuflaje amontonando algas y disimulándose tras ellas para no ser atacada por las murenas durante los dos meses que dura la incubación.

Como todo el mundo, Lucas contempla antropomórficamente las imágenes: el pulpo decide protegerse, busca las algas, las dispone frente a su refugio, se esconde. Pero todo eso (que en una primera tentativa de explicación igualmente antropomórfica fue llamado instinto a falta de mejor cosa) sucede fuera de toda conciencia, de todo conocimiento por rudimentario que pueda ser. Si por su parte Lucas hace el esfuerzo de asistir también como desde fuera, ¿qué le queda? Un mecanismo, tan ajeno a las posibilidades de su empatía como el moverse de los pistones en los émbolos o el resbalar de un líquido por un plano inclinado.
Considerablemente deprimido, Lucas se dice que a esas alturas lo único que cabe es una especie de intrapolación: también esto, lo que está pensando en este momento, es un mecanismo que su conciencia cree comprender y controlar, también esto es un antropomorfismo aplicado ingenuamente al hombre.
"No somos nada", piensa Lucas por él y por el pulpo”


Lucas, sus intrapolaciones.
Julio Cortázar, "Un tal Lucas"

miércoles, 11 de junio de 2008

Consideraciones etimológicas

De un tiempo a esta parte rondan mi cabeza ciertas expresiones usadas de manera cotidiana en nuestras conversaciones referidas al amor, la pareja o a las relaciones. De primera, y por lo común de su uso, no les presté atención, pero poco a poco fueron llamando mi atención. Su disonancia dentro de un lenguaje amoroso rayaba mi entendimiento como el chirrido de cuchilla en el cristal.
Me serví de la ayuda del diccionario (ese curioso artilugio que nos desvela el verdadero significado de las palabras que decimos) y mi sorpresa fue aterradora.

En concreto me llaman la atención dos de estas expresiones. ¿Quién no ha escuchado alguna vez “quiero una relación seria”? No hace falta ser catedrático en lenguas para conocer la palabra “serio/a”, a la cual siempre le atribuimos cualidades negativas. A nadie le gusta un gesto serio, cuando tenemos junto a nosotros a un amigo que creemos que está molesto le decimos “que serio estás”, y cuando un familiar nuestro se aqueja de una grave en fermedad, decimos que “la cosa es seria...”. Diccionario en mano descubro las verdaderas acepciones, algunas de estas horribles si pretendemos con ellas mantener un lenguaje tierno y amoroso.

Serio: “Grave, sentado y compuesto en las acciones y en el modo de proceder”. “Severo en el semblante, en el modo de mirar o hablar”.

Otra expresión muy común es la famosa “quiero un compromiso”, “estoy comprometido/a” o “quiero una relación sin compromiso”. La palabra compromiso, ya de por sí, me sonaba extraña, y pasé a analizarla con los siguientes resultados, horribles todos ellos.

Compromiso: “Obligación contraída”, y en lenguaje judicial: “Convenio entre litigantes, por el cual someten su litigio a árbitros o amigables componedores”.

El diccionario nos remite inmediatamente al lenguaje judicial, tal vez como sabia señal de lo que se avecina tras el consabido compromiso...

Nunca entenedí estas expresiones, y ahora me alegro de ello. No señores, no me interesan las relaciones serias, siempre me gustaron las relaciones alegres de gesto amable, sonrisas, y que saben exprimir el jugo de la vida que se presenta. No, tampoco me identifico con el compromiso, con los “convenios” ni las “obligaciones contraídas” que cercenan una y otra vez nuestros ademanes de felicidad y nuestras inquietudes personales.

No creo en nada más que en la alegría que nos colma cuando estamos junto a quien nos alegra la existencia. No creo en más compromisos que los que esa felicidad nos proporciona de forma natural, y que nos mantiene fieles a esa persona por convencimiento propio, aveces por unas semanas, aveces para toda la vida.
No creo en las promesas, no las entiendo. Binomios cambiantes, eso somos, no es más.
Me sentaré a esperar el siguiente cambio (si es que se presenta). Eso sí, con alegría, el gesto serio lo dejo para otros...

martes, 10 de junio de 2008

Brujas


Pintor de acuarela. (Brujas, mayo 2008)
(Pincha y guarda para ver a tamaño original)

sábado, 7 de junio de 2008

Un digno renquear

Me conmueve especialmente la letra de esta canción del maestro García.
Eso es la vida, sí. Un contínuo renquear diario, lento, austero, aveces tedioso, pero digno y esperanzador. Un recomponer los pedazos. Un darse a vivir.
Que lo disfruten.






Morder el polvo (Fragmento)

... y el valor consistiría en hacer astillas
el endeble andamiaje de errores cometidos
y admitir que simplemente hemos vivido.
Eso sí, bajo nuestra propia ley de gravedad.
Arriba, siempre arriba, sin pensar en la caída.

No pasará, no ha de pasar que un azar disfrazado arme barreras.
No quiero otros ojos que me miren diciendo adiós, adiós ahora si,
esta vez sí, para siempre adiós. Sólo candorosa esperanza de un austero viajar,
un recomponer los pedazos, un digno renquear.

Ahora aprende a no juzgar y a perder el miedo a las derrotas,
porque el mar, los océanos, igual que acunan pueden engullir.
Y aun así, todos buscamos luminoso despertar, propicio viento.
Adentro, mar adentro mientras quede un solo remo...

Manolo García

jueves, 5 de junio de 2008

Esta tarde

(Budapest. Foto de Enrique Nikon. Pincha y guarda para ver a tamaño real)


Ahora quiero amar algo lejano,
algún hombre divino
que sea como un ave por lo dulce,
que haya habido mujeres infinitas
y sepa de otras tierras, y florezca
la palabra en sus labios, perfumada:
suerte de selva virgen bajo el viento...

Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
blanda y tranquila como espeso musgo,
tiembla mi boca y mis dedos finos,
se deshacen mis trenzas poco a poco.

Siento un vago rumor. Toda la tierra
está cantando dulcemente.
Lejos,los bosques se han cargado de corolas,
desbordan los arroyos de sus cauces
y las aguas se filtran en la tierra
así como mis ojos en los ojos
que estoy soñando embelesada...

Pero ya está bajando el sol tras de los montes,
las aves se acurrucan en sus nidos,
la tarde ha de morir y él está lejos,
lejos como este sol que para nunca
se marcha y me abandona, con las manos
hundidas en las trenzas, con la boca
húmeda y temblorosa, con el alma
sutilizada, ardida en la esperanza
de este amor infinito que me vuelve
dulce y hermosa.

Alfonsina Storni